sábado, 3 de mayo de 2014

Intromisiones: Oriente medio y la política exterior occidental

La trayectoria de Oriente medio con el comienzo de la Guerra fría había ido dirigida al aprovisionamiento económico de ambas potencias, así como de base geopolítica. El colapso de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas en 1991 dio lugar a un brote de esperanza entre las masas árabes, que vieron que, por fin, la tensión terminaría: este hecho llevaría a la desocupación de Oriente medio por parte de las potencias imperialistas y a la consiguiente independencia política de los Estados que ocupan la región.

Pero no, no fue así. Mientras que lo que quedaba de lo que había sido el bloque socialista se retiraba a sus posiciones (Rusia y China, principalmente), el bloque capitalista, liderado y abanderado por los Estados Unidos de América, se hacía con el control del territorio.

Habiendo o no apoyado a Estados Unidos en la Guerra fría, los distintos líderes políticos de los países árabes resultaban ya una amenaza para Occidente, pues, al igual que su propio pueblo, entendían que con el final de la guerra iban a librarse ya del yugo del imperialismo y del colonialismo. Pero Estados Unidos no podía perder Oriente medio, y menos ahora, que había desaparecido el fantasma del socialismo. Por este motivo, se inició una campaña internacional de militarización y de ocupación por parte de las potencias europeas y norteamericana en territorios árabes, dando lugar a las guerras contemporáneas del nuevo milenio. Hechos puntuales como los atentados del 11 de septiembre de 2001 fueron padre y madre de todas las excusas y pretextos para esa campaña programada.


Golfo, Afganistán, Iraq, Libia, Egipto, Siria... todas ellas han sido ocupadas por los Estados Unidos de América o por mercenarios a su servicio desencadenando, como resultado, una oleada de violencia y de conflictos armados llevada a cabo por ejércitos regulares al servicio del petróleo y del colonialismo que lo succiona. El impacto que ésta conlleva sobre los Estados y las poblaciones civiles es irreparable; la invasión ilegal a Iraq en 2003, por ejemplo, además de los más de 150 mil muertos entre civiles iraquíes y soldados iraquíes, estadounidenses y europeos, destruyó toda la infraestructura que había ya levantada en Iraq, así como la red de tejido económico, por lo que el resultado de dicha invasión fue la reducción en el país a cenizas.

Pero, aparte del petróleo y de las posiciones geográficas, ¿qué otro motivo lleva a la campaña de ocupación? No se trata ya del petróleo en sí, sino del uso que los representantes políticos del mundo árabe hacen de él. Uno de los mayores miedos que tiene Occidente en Oriente medio es que los Estados petroleros de la zona utilicen sus recursos para desarrollo propio y la región abandone su papel de "exportador de materias primas" para pasarse al Primer Mundo. Este hecho haría que Occidente y sus instituciones económicas satélite (como el Fondo Monetario Internacional) perdieran una fuente de ingresos colosal, ya que Oriente medio pasaría a ser una región desarrollada, independiente y, por tanto, ajena a las decisiones que toman los Estados Unidos de América y la Unión Europea. Y eso está muy mal.

Por este motivo, la campaña internacional de ocupación fue puesta en marcha y los focos de independencia política fueron "adaptados" bajo las directrices de la administración norteamericana. El resultado de esta política exterior ha sido la destrucción de países y poblaciones enteras. Los gobiernos dejados por Occidente a cargo de esos Estados (o de lo que queda de ellos), además, son gobiernos islámicos que, como en el caso de los Hermanos Musulmanes en Egipto, se encargan de impedir que las poblaciones se recuperen y evolucionen. Justo lo contrario de lo que intentan los gobiernos laicos y, por tanto, independientes de Occidente, como el caso del Gobierno de Siria, que sigue sumido en la eterna guerra civil pagada con dinero público estadounidense. 

En definitiva, la política de intromisión de la Unión Europea y de los Estados Unidos de América en Oriente medio ha dado lugar a una creciente situación de inestabilidad política, económica y social que todavía perdura. La aparición de jefes de Gobierno y de Estado como Bashar al-Asad, que quieren "occidentalizar" sus regiones para sacarlas de la agonía en el que se encuentran, incomoda a agentes de economía internacionales como el Fondo Monetario Internacional o el Banco Mundial, pues estos consideran que el papel de Oriente medio debe reducirse a nivel tercermundista (regiones dadoras de materias primas) para que la economía global siga su curso y no haya competidores, por lo que no consienten que estos líderes políticos pongan en marcha proyectos independientes. Ello da lugar a la financiación económica por parte de Occidente de rebeliones populares que hagan caer esos gobiernos que, a su vez, dan lugar a guerra civiles locales, como la que protagoniza la alianza yihadista-estadounidense en tierras sirias contra el gobierno de al-Asad. 

 

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